Finalmente hemos superado la amenaza del fin del mundo. Por fin podemos empezar un año cuyas cifras finales, para no distraer a mi genética de las contradicciones, me gustan. Me gustan 13, no 12 + 1. No, trece. Es más, hoy, cuando suenen las doce campanas, añadiré una muy especial, llena de buenas señales, optimismo y energía positiva que realmente necesitamos. No te voy a explicar aquí cómo comer uvas, porque lo principal no es tanto seguir el ritmo de las campanillas. (Por cierto, lo hacen a intervalos de 3 segundos cuando los escuchamos en el reloj de la Puerta del Sol)Más bien, los comemos sin asfixiarnos, con espíritu conciliador y esperanza en los 365 días que nos esperan, regalo que debemos descubrir con ilusión. No quiero ser gentil ni demagogo, quiero aprovechar esta costumbre, como la nuestra, de tragar doce frutositos cargados de vitaminas.
Uvas: un tesoro para todos los espectadores, lleno de resveratrol, que, según los cosmetólogos, es un trato para mantener la frescura de la piel y combatir las huellas del tiempo. Las uvas también son el corazón del vino. Otro tesoro en el que España es uno de los mayores tesoros, y también lo hacemos mucho mejor que los alemanes, los franceses, los italianos, los griegos o los portugueses. Y no me refiero a lo que dicen los enólogos de la revista. Abogado culpable, dirigida por un gurú estadounidense Robert Parker, que este año reconoció el caldo DO Riojo Alevesa, Luis Cañas Crianza 2009como el mejor del mundo en cuanto a calidad / precio. En particular, este rojo obtuvo 92 puntos Parker, lo que probablemente molestó a más de uno fuera de nosotros. Además, las uvas van bien con el queso, como se suele decir ”.uvas con queso, sabe a beso«Hablando de quesos, en España también tenemos el mejor queso del planeta, especialmente el manchego con Albacete llamada Gran Reserva Dehesa de las Llanos, que recibió el premio tras degustar a 255 jueces de todo el mundo que degustaron 2.781 quesos de 30 países.
En conclusión, tenemos la única y dulce costumbre, fruto del picorec de los viticultores de principios del siglo XX: comerse doce uvas en lugar de cantar canciones sentimentales (eso es todo lo que hay que decir) en un plan de película de Hollywood para tomarse un año con el estómago lleno; tenemos el mejor vino del mundo para tostar la esperanza de tiempos mejores; tenemos el mejor queso del mundo para hablar bien del mejor vino del mundo. Podemos quejarnos de muchas cosas, de hecho deberíamos quejarnos más de la incompetencia de quienes nos gobiernan, que no saben cómo usar este maravilloso país nuestro y su rica comida para hacer que los franceses lo hagan cine. Por eso voy a dedicar mi decimotercera uva a todos los que intentan día a día, a pesar de la abrumadora incompetencia económica y política, salir adelante, no accediendo a la mediocridad, sino buscando la perfección; los que cultivan las mejores uvas del mundo, los que cultivan el mejor vino del mundo, los que producen el mejor queso del mundo. A ellos, ya todos los que luchan por mejorar el panorama, aunque haya quien insista en que volvamos.
Feliz 2013, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
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